A inicios de año, la Ministra de la Producción, Gladys Triveño, declaró que el gobierno se ha propuesto aumentar la inversión en Innovación, Ciencia y Tecnología de 0.15% del PBI hoy a 0.7% del PBI en el 2016, es decir, casi quintuplicar la inversión en 4 años. Sin duda, una meta tan ambiciosa como necesaria y urgente. ¿Qué tan sostenible es nuestro crecimiento y desarrollo si – de acuerdo al Global Competitiveness Report 2012-2013 del World Economic Forum – ocupamos la posición 117 en nuestra capacidad de innovar y la posición 83 en nuestra capacidad de explotar el potencial transformador de las tecnologías de información y comunicaciones? Simplemente, no es sostenible.
La buena noticia es que somos cada vez más quienes tomamos ventaja de nuevas oportunidades para transformar nuestra economía de una basada en la exportación de recursos naturales a una basada en la exportación de valor agregado, para transformar conocimiento en crecimiento sostenible. Por un lado, el gobierno acaba de lanzar el segundo Fondo de Inversión en Ciencia y Tecnología (FINCYT II) de 100 millones de dólares con el objetivo de promover la inversión privada en innovación, estimular la formación de capital humano y mejorar la oferta de servicios que potencien las capacidades innovadoras de nuestras empresas. Y por otro, el sector privado es cada vez más consciente que para conquistar nuevos mercados y capturar mayores márgenes es imperativo innovar sistemáticamente, es decir, hacer de la innovación un proceso y no un suceso.
El surgimiento de una nueva generación de jóvenes emprendedores que destacan por su talento, pasión y ambición, y que no le tienen miedo al fracaso, se convierte en el motor del naciente ecosistema. Asimismo, el surgimiento de inversionistas ángeles que no sólo aportan capital sino también acompañan a sus emprendedores en la definición de estrategias de negocio, en la ejecución comercial y en la construcción de equipos de alto rendimiento potencia la escalabilidad y sostenibilidad de los modelos de negocios. Emprendimientos tecnológicos como e-nteractiva (infraestructura tecnológica y de comunicaciones por Internet) y Blitz (plataforma de marketing digital a través de redes y medios sociales), que levantaron fondos de inversionistas locales con apetito por mayor retorno a cambio de mayor riesgo, triplicaron sus valuaciones el año pasado.
Finalmente, el surgimiento de incubadoras le da a los emprendedores con modelos disruptivos los recursos necesarios para realizar su máximo potencial. Luego de evaluar más de 2,500 proyectos, Wayra de Telefónica Digital invitó a los mejores 20 a su programa de aceleración. Proyectos de Wayra como Cinepapaya (venta por Internet de entradas al cine) y Plazapoints (cupones de descuento por Internet) destacan por su potencial a nivel regional.
En este contexto, invertir capital de riesgo en emprendimientos de alto potencial se convierte en una opción cada vez más atractiva para inversionistas privados e institucionales que buscan mayores retornos a cambio de mayores riesgos a ser mitigados por el valioso acompañamiento de “súper ángeles” e incubadoras, así como de fondos no retornables disponibles para el financiamiento de proyectos innovadores. Momento de considerarlo.